Monday, July 25, 2011

Merlín en A Romper el Cerco Informativo !



  El peor enemigo de un mexicano 

Posted: 24 Jul 2011 04:10 PM PDT


Saludos banda! Soy un asiduo lector de Hazme el chingao favor, es un lugar donde te puedes enterar de la situación del país escrita por su gente.
Después de leer los comentarios y de haber participado una que otra vez, he podido darme cuenta de la forma de ver y de actuar del mexicano.
Mi bisabuela estuvo casada con un japones, y su vida estaba muy influenciada por su marido, el cual la contagio de su manera de pensar y de trabajar. Ella a su vez me educo en mi infancia con parte de esos valores y principios. Mi bisabuela siempre dijo -”El peor enemigo de un mexicano, es otro mexicano”. La vida me permitio ver que razón tenia la viejita.
Después de leer la mayoría de los comentarios, lo sigo viendo, no se propone, solo se critica y ataca al otro. Hay algunos post muy buenos, y siempre el primer comentario es el clásico – No mames guey te azotas”, “otro pendejo iluso” “otro que viene a llorar aquí” y casi todos van por el mismo tenor.
Hoy me encontré con esta carta que escribió un inmigrante vietnamita la carta fue escrita por Thanh Minh, quien trabajó en Fukushima como policía e iba dirigida a un amigo de Vietnam. Después de leerla, confirmo lo que me enseñaron de la cultura japonesa, y de como si se puede ser diferente y construir algo mejor.

La carta:
Hermano,
¿Cómo estás tú y tu familia? Estos últimos días, todo era un caos. Cuando cierro mis ojos, veo los cadáveres. Cuando abro los ojos, también veo los cadáveres.

Cada uno de nosotros debe trabajar 20 horas al día, sin embargo, me gustaría que hubiera días de 48 horas, para que podamos seguir ayudando y rescatando gente.
Estamos sin agua y electricidad, las raciones de alimentos se encuentran cerca de cero. Apenas se consigue trasladar a los refugiados antes de que haya nuevas órdenes para trasladarles a otro lugar.
Actualmente estoy en Fukushima, a unos 25 kilómetros de la planta de energía nuclear. Tengo tanto para decirte que si pudiera escribirlo todo, seguramente se convertiría en una novela acerca de las relaciones y comportamientos humanos en tiempos de crisis.
Aquí la gente mantiene la calma – su sentido de la dignidad y el comportamiento adecuado son muy buenas – así que las cosas no son tan malas como podrían serlo. Pero dado una semana más, no puedo garantizar que las cosas lleguen a un punto en que ya no se pueda proporcionar la debida protección y el orden.

Son seres humanos después de todo, y cuando el hambre y la sed reemplacen la dignidad, van a hacer lo que tienen que hacer. El gobierno está tratando de
proveer suministros por vía aérea, con alimentos y medicinas, pero es como dejar caer un poco de sal en el océano.
Hermano, hubo un incidente realmente conmovedor. Se trata de un niño japonés que enseñó a un adulto como yo, una lección sobre cómo comportarse como un ser humano.
Ayer por la noche, me enviaron a una escuela de gramática para ayudar a una organización de caridad a distribuir alimentos a los refugiados. Era una larga fila que serpenteaba un lado a otro y vi a un niño de alrededor de 9 años de edad. Llevaba una camiseta y un par de pantalones cortos. Estaba haciendo mucho frío y el niño estaba en el final de la cola. Me preocupaba que en el momento que le llegara el turno, no hubiera ningún alimento. Así que hablé con él. Dijo que estaba en la escuela cuando ocurrió el terremoto. Su padre trabajaba cerca y se dirigía a la escuela. El estaba en el balcón del tercer piso cuando vio el coche de su padre barrido por el tsunami.
Le pregunté acerca de su madre. Dijo que su casa está junto a la playa, que su madre y su hermana pequeña, probablemente no se salvaron. Volvió la cabeza, se secó las lágrimas cuando le pregunté acerca de sus familiares. Estaba temblando por lo que me quité la chaqueta de policía y se la puse a él. Ahí fue cuando mi bolsa de ración de alimentos se cayó. La recogí y se la di a él. “Cuando llegue tu turno, podrías quedarte sin alimentos. Así que aquí está mi parte. Yo ya comí. ¿Por qué no te lo comes?”
El muchacho tomó mi comida, se inclinó. Pensé que se lo comería de inmediato, pero no lo hizo. Tomó la bolsa, se acercó al principio de la cola y la puso con toda la comida que estaba esperando para ser distribuida.
Me sorprendió. Le pregunté por qué no se lo comía, en vez de añadirla a la pila de los alimentos. Él respondió: “Porque veo a gente con mucho más hambre que yo, si lo pongo allí, se van a distribuir los alimentos por igual…” Cuando escuché eso me di vuelta para que la gente no me viera llorar.
Una sociedad que puede educar a un niño de 9 años de edad, que entiende el concepto de sacrificio por el bien común, es una gran sociedad, un gran pueblo.
Bueno, en estas pocas líneas envío a ti y a tu familia mis mejores deseos. La hora de mi turno ha llegado nuevamente.
Ha Thanh Minh
Un abrazo a toda La Banda.
Cortesía de Merlín

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