Saturday, June 19, 2010

Carlos Monsiváis...

El cumple 72 de Monsi

Elena Poniatowska escribió en La Jornada este texto el 4 de mayo anterior a Carlos Monsiváis.

La Jornada

Hoy Carlos Monsiváis cumple 72 años. El año pasado fuimos a felicitarlo a su casa y a cantarle Las Mañanitas con un trío femenino y feminista de mariachis de sombrero más ancho que su falda y luego desayunamos con él en la avenida Tlalpan, a un lado de la calle de San Simón.

Caminamos a su lado y la gente lo paraba en la calle. “Si sigue así voy a caer en la autoindulgencia.” Tras de él avanzaba una cauda invisible: su madre, doña Esther, Beatriz y Araceli, su tía, quien fue ama de llaves de Artemio de Valle Arizpe, quien le daba permiso de llevarse unos libros a su casa; sus amigos de toda la vida, Luis Prieto, Sergio Pitol, José Emilio Pacheco, Fernando Benítez, Iván Restrepo, de la mano de Nelly; Francisco Toledo, Vicente Rojo, Rafael Barajas, El Fisgón; Jesús Ramírez, Chema Pérez Gay y Lilia, Rolando Cordera, Jenaro Villamil, Rogelio Naranjo, Eduardo del Río, Rius; Julio Scherer García, Ricardo Pérez Escamilla, Carlos Payán, Hugo Gutiérrez Vega, Neus Espresate, José Luis Ibáñez, 12 gatos con listones de colores en torno al cuello y las mil 500 personas que congrega cada vez que presenta un nuevo libro.

La avenida Tlalpan se llenó con los más diversos personajes, porque desde Días de guardar hasta Apocalipstick, Monsiváis convoca multitudes. Carlos reía, como ríe de ti y de mí, de nosotros, de ustedes, ríe de lo que pasó aunque no ríe del futuro y de lo que nos espera. En ese desayuno nos hizo reír mientras comía sus tacos de pollo con salsa verde acompañados por frijoles refritos y una Coca-Cola.

“Carlos: ni un taco más”, le dijo Marta Lamas, quien es su ángel de la guarda de alas que van de San Simón a Tlacopac y sobrevuelan todos los periféricos y los viajes por la República y los que van de Alaska a la Patagonia. Tan grande es su curiosidad, su azoro y su gratitud que Carlos a todo le dice que sí.

Hoy festejamos a Carlos Monsiváis, brindamos por él y por su pesimismo orgánico y sus revelaciones que tienen mucho de ironía y mucho de parábolas bíblicas.

Carlos Monsiváis se encuentra ahora en el Instituto Nacional de Nutrición porque sufre fibrosis pulmonar. Su corazón está en perfecto estado, dicen los médicos, y así tiene que ser porque el corazón de Monsiváis abarca todas las luchas sociales del siglo XX y del XXI.

Hace unas semanas defendió a Luz María Dávila, madre de dos de los 16 jóvenes asesinados en Ciudad Juárez. Desde su primera huelga de hambre para apoyar a los maestros en 1958, Monsiváis acompaña las grandes causas de nuestro país. A los 16 años, en 1954 le tocó ver a Frida Kahlo en una silla de ruedas empujada por Diego Rivera en una manifestación en contra del derrocamiento de Jacobo Arbenz en Guatemala y de allí para el real ha asistido a todas las marchas, las protestas, los actos de resistencia que sus crónicas consignan: la de los estudiantes en 1968, los damnificados de San Juanico en 1984, los del terremoto de 1985, los zapatistas en 2001, el feminismo, la despenalización del aborto, la persistencia de la homofobia, la lucha contra el neoliberalismo, el sida, la corrupción política y la defensa de nuestra historia y del arte del pueblo, sus luchas, sus querencias y sus entretenimientos en El Estanquillo.

Gran polemista, gran interlocutor, gran luchador social de toda la vida, gran promotor de la sociedad que se organiza, cronista, guía y gurú de los jóvenes de hoy que lo aman y lo siguen, Monsiváis, además de recoger con humor y sentido crítico los episodios de nuestra historia, ha denunciado todas las atrocidades sociales y lo consideramos desde hace muchos años la conciencia moral de México. Desde aquí le deseamos el regreso a la salud y al deseo de narrar lo vulnerables que nos sentimos sin él






Llega cuerpo del cronista al Museo de la Ciudad de México

Monsiváis será velado toda la noche en este recinto y sus restos incinerados antes del mediodía de este domingo.
Notimex
Publicado: 19/06/2010 21:26
México, DF. En punto de las 21:15 horas una ovación rompió el silencio que desde minutos antes se estableció en el Museo de la Ciudad de México, cuando el cuerpo del escritor Carlos Monsiváis entró por la puerta principal.
La ovación que se prolongó hasta un minuto fue la bienvenida para Carlos Monsiváis, quien llegó acompañado de sus más cercanos familiares, así como de artistas, funcionarios culturales y personalidades inmersas en el mundo de las letras, todos ellos reflejando el dolor en el rostro.
La escritora Cristina Pacheco; la presidenta del Conaculta, Consuelo Sáizar; el flautista Horacio Franco, y el rector de la Universidad Nacional Autónoma de México, José Narro Robles, rodearon el féretro de madera color miel, donde reposaban los restos del intelectual mexicano fallecido este sábado en la ciudad de México.
La primera guardia de honor la hicieron la escritora Elena Poniatowska, Consuelo Sáizar, la secretaria de Cultura local, Elena Cepeda, y el rector de la UNAM, José Narro Robles, quienes fueron sustituidos momentos después por otras personalidades que mostraron deseo de hacerlo.
Al tiempo que las guardias de honor se sucedían una tras otra y en lapsos breves, el flautista mexicano Horacio Franco, entrañable amigo de Monsiváis, interpretó una pieza musical a manera de réquiem, por el amigo que se ha marchado y que ha provocado una tristeza.
A un lado del féretro instalado frente a la fuente del patio central del recinto museográfico fue colocada una fotografía de gran formato, donde se ve al intelectual sonriente y teléfono en mano mirando fijamente a un gato, que figura en primer plano.
Junto con el cuerpo del coleccionista, crítico, cronista y ensayista, ingresó al museo un cuerpo de seguridad integrado por alrededor de 15 elementos de la Policía Bancaria e Industrial, quienes resguardaban el interior del inmueble, mientras que el exterior era vigilado por otros guardias de seguridad a pie y en vehículos especiales.
Carlos Monsiváis, quien falleció en el Instituto Nacional de Nutrición “Salvador Zubirán”, donde ingresó el 2 de abril pasado víctima de complicaciones de fibrosis pulmonar que padecía desde tiempo atrás, sería velado toda la noche en el Museo de la Ciudad de México para ser incinerado antes del mediodía de este domingo.
El lunes los restos serán objeto de un homenaje en el Teatro de la Ciudad, espacio que permanecerá abierto al público que se identificó durante el último tercio del siglo XX con la obra crítica y certera, real y álgida del cronista de la ciudad de México.
Escritores, políticos y personalidades del medio cultural de esta ciudad seguían llegando al recinto, en la calle Pino Suárez, para despedir a Carlos Monsiváis.

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