Sunday, May 23, 2010

Julieta Piña Romero en La Jornada

Diálogo en un cuadro de Magritte
 

A Josué Vega
I
Llevaba un maletín viejo. Lo observaba desde la acera de enfrente, deseaba ser yo la que llevara en las manos un óleo con un maletín viejo pintado sobre un espejo de mano. Deseaba ser yo la que estuviera observando a quien observa el óleo de un maletín viejo pintado sobre un espejo de mano. Deseaba su sombrero alto, su horizonte lleno de manzanas, su decisión de partir.
II
El misterio estaba resuelto: un clóset pintado al tamaño de un peine, una copa, un cerillo y una brocha de rubor; era sólo, tan sólo, otro closet pintado al tamaño de otro peine, de otra copa, otro cerillo, otra brocha de rubor.
III
Debía concluir todos sus diálogos, cancelar aquella terrible máquina de repeticiones, aquella forma de verse siempre que ve a otro, a ese otro que mira a otro. Tenía media hora para empaquetar cientos de sombreros, para alinear en su horizonte mil doscientos cincuenta manzanas verdes. Debía también cerrar las setenta y siete ventanas con sus setenta y seis telones, sí, setenta y seis telones. Tan sólo media hora para limpiar las treinta y dos pipas, para empaquetar los cuadros, para empaquetarse, para deshacerse del olor a pintura; para pintarse limpiando treinta y dos pipas, empaquetándose, deshaciéndose del olor a pintura.
IV
Tan sólo media hora para fingir cordura, para buscar en otra historia.

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