Thursday, April 23, 2009

ONCE TV México, o lo que es lo mismo, el control total de los medios de comunicación en México al servicio de FeCal

y de su proyecto personal de un México moderno, sin voces discordantes, todos en una misma sintonía.

º Fernando Sariñana, cineasta de medio pelo, alfil del presidente

º Pertenece al Instituto Politécnico Nacional, pero pareciera que a nadie o a pocos les importa el destino del canal en sus primeros 50 años de vida

Desconcierta el giro del Canal Once

Por Columbia Vértiz de la Fuente

Apro

La comunidad cultural se sorprendió con los cambios operados en la programación de la estación del Instituto Politécnico Nacional, lo cual se ve reflejado en las opiniones de especialistas recogidas aquí, en las que tocan varias aristas: desde la asimilación del canal por el gobierno, hasta la tendencia comercial, el absurdo cambio de nombre a Once TV México y las bromas de Felipe Calderón para asignarle una señal nacional.Corre peligro el Canal Once, hoy Once TV México, que el pasado 2 de marzo cumplió 50 años.
Con esa preocupación, Virgilio Caballero, exdirector del Canal del Congreso, cofundador de Canal 40 (CNI), creador y director del noticiario Enlace de Canal Once y profesor en ciencias de la comunicación, afirma que la Presidencia de la República quiere quitarle la televisora al Instituto Politécnico Nacional (IPN):
“Crear una figura supuestamente intermediaria, una especie de corporación que maneje o administre Once TV México de una manera dizque más abierta. Me parece que de llegar a cometerse ese gravísimo atropello, se ofendería no sólo al Politécnico, sino a la sociedad mexicana entera. Esa frecuencia le pertenece a la sociedad nacional.”
Apunta que el riesgo, que ya está corriendo en el Once, se inició con el cambio de programación el pasado 30 de marzo con contenidos “de una dudosísima calidad”.
–¿Por qué quitarle el canal al IPN?
–Para utilizarlo como medio del gobierno, ni siquiera de gobierno. No es lo mismo del gobierno que de gobierno. Esa “ele” hace una diferencia total, porque del gobierno quiere decir que le pertenece a él para lo que sea, y será fundamentalmente la propaganda política, la grilla y el recurso de agresión y de defensa acrítica de sus propios programas y necesidades. ¡Ese es el riesgo!
Aclara que aún no cuenta con los documentos en la mano como prueba para sostener la denuncia, “pero no nos espantemos si de pronto aparece en el Diario Oficial de la Federación una determinación para crear ese organismo intermediario del que estoy hablando”.

Una estrategia desde Fox

Caballero argumenta que es ilegal que la Presidencia le quite al IPN su canal, porque no se puede traspasar, de acuerdo con la Ley Federal de Radio y Televisión y su Ley Reglamentaria de 1973. La frecuencia de un permisionario no se puede transferir como si se tratara de un bien que no pertenece a la nación, y “estamos hablando del radioeléctrico, que es parte del territorio nacional”.
Enseguida arguye que el Politécnico no puede dejarse arrebatar el canal que le pertenece, no sólo porque es ilegal, sino porque es una institución de las más respetadas del país.
Opina que quizá por eso Felipe Calderón puso en el Once a su amigo Fernando Sariñana, un cineasta comercial, “aunque probablemente el plan venga desde atrás, desde el gobierno anterior, pero ahora están orquestándolo”.
Añade que por eso se proyectó en el canal una entrevista con el presidente de México el pasado 28 de marzo:
“La entrevista fue un regalo para Calderón de parte del entrevistador y del canal. Se le dejó decir lo que fuera, sin la menor refutación o intento de plática, de debate o impugnación con el entrevistado.”
Sariñana, quien tomó posesión como director de Once TV México el 21 de enero de 2008, aceptó en una entrevista con este semanario (Proceso 1631) que mantenía una relación muy cercana con Felipe Calderón:
“Hay una amistad desde antes de que ocupara la Presidencia y una afinidad en términos del proyecto del país y la importancia que debe tener la televisión pública. Hemos platicado mucho sobre los medios de comunicación.”
Julio Di Bella, el anterior director de la televisora, se declaró “foxista de corazón” (Proceso 1416). En el 45 aniversario del Once, Vicente Fox y Marta Sahagún visitaron las instalaciones de la emisora. Era la primera vez que un presidente de México entraba a la sede del canal.
Virgilio Caballero propone que si intentan arrebatar el canal, el IPN puede y debe recurrir al amparo, “y el director del Politécnico concretamente debe salir a defender el canal que le pertenece a esa instancia”.
Sentencia:
“Si Sariñana se presta a ese enjuague, porque sería literalmente un enjuague, estaría agrediendo a la sociedad mexicana como nunca antes ha ocurrido desde un medio. Y por tanto pasaría a la historia como el director que entregó al Canal Once.”

Gran festejo oficial

La conmemoración del medio siglo de la emisora ocurrió el 27 de marzo pasado, en el Museo Nacional de Antropología e Historia. Fue todo un acto oficial. Ahí, el presidente Felipe Calderón habló del inicio de la primera estación cultural de América Latina, con la cual nació la televisión pública en el país. La sorpresa surgió cuando, al mencionar que Once TV México –nuevo nombre de la estación– llega a 25% de la República Mexicana, ordenó como en broma, aunque no supo a quién dirigirse:
“Voy a aprovechar que están aquí algunos de mis colaboradores, el secretario de Gobernación, que es el dueño de las señales, ah no, el de Comunicaciones y Transportes, ya no sé cual, pero alguno de los dos o la Secretaría de Educación Pública; les voy a pedir, les voy a instruir que se pongan de acuerdo y a ver a qué piedra se suben, pero que, ojalá, Canal Once pueda verse en todo el territorio nacional con una señal abierta.”
El panista Javier Corral escribió en su columna de El Universal del 31 de marzo que como Felipe Calderón enredó en bromas y sorna “uno de los más importantes anuncios que su gobierno ha hecho” en relación con los medios de comunicación, en particular con el de la televisión pública, no tuvo trascendencia.
Precisó que en realidad el presidente instruyó a instalar una tercera cadena nacional de televisión.
En la misma ceremonia, Calderón dio a conocer el timbre postal de los primeros 50 años del Canal Once y su nueva programación e imagen.
Al otro día se proyectó en la televisora una entrevista que Adriana Pérez Cañedo realizó a Felipe Calderón, quien habló de la crisis financiera global, la guerra contra el narcotráfico y el crimen organizado, la relación bilateral México-Estados Unidos y el trato del Ejecutivo con los poderes Legislativo y Judicial. La charla, sin ningún cuestionamiento, fue repetida el 29 de marzo.
Para el 30 de marzo se estrenó la nueva programación con el título Once TV México. Se lanzó un total de 43 nuevos programas y cinco nuevas barras: Central once, Opinión, Zona índice, Comedia y Ficción.
El programa de análisis Primer plano se trasladó los lunes a las 23 horas (ver recuadro) y se quitó Conversando, con Cristina Pacheco. Además, el noticiario con Adriana Pérez Cañedo se redujo a media hora. Inicia a las 21:30 horas.

Sin retorno

La misma Cristina Pacheco menciona que Conversando… le fracturaba su esquema de programación a Fernando Sariñana, director de la televisora.
Para ella era emocionante realizar ese espacio de entrevistas:
“Fue un trabajo hecho a lo largo de 11 años ininterrumpidamente. Lo que más lamento es que me falten esas conversaciones y la posibilidad, para eso las hacía, de compartirlas con otras personas que seguramente estaban tan interesadas como yo en conocer cómo se hace el trabajo de un creador, cómo lo realiza, cómo lo lleva a cabo, cómo le surgen las ideas, cómo las plasma. Es como acercarnos a la mesa de trabajo de un creador. Aprendí muchas cosas.”
Sariñana le proponía que el programa se transmitiera los domingos de seis a siete de la noche, pero a la escritora le era imposible realizarlo ese día. Se le ofreció que fuera grabado, pero Pacheco rechazó la oferta:
“Si le daba otro perfil al programa o era grabado, no me interesaba. Lo interesante de esa serie es que eran conversaciones como las que podemos tener entre nosotros, totalmente espontáneas, naturales. Bueno, por mi parte investigaba todo sobre el personaje. Y participaba el público en vivo.”
–¿No hubo voluntad del director para conservar el programa?
–No lo sé realmente. Él tenía su punto de vista, ideó una programación en barras dentro de la cual consideró que no cabía el programa, ese es su idea, así me lo planteó, y no tengo que pensar que pudiera haber otros motivos.
Informa que no peligra Aquí nos tocó vivir. Permanecerá en el mismo horario y día tradicional, “lo cual agradezco mucho”.
–¿Le agradó que se haya cambiado Canal Once por Once TV México?
–Para mí el sello es Canal Once. Es como si al Nacional Monte de Piedad se le cambiara el nombre para modernizarlo, en fin. No sé con qué criterios se hizo esa transformación, son asuntos de los que nos enteramos hasta hace muy poco tiempo.
Opina que al cambiar Primer plano (“otro programa institucional”), se corre el riesgo de que pierda su público.
Aclara que no está contra los cambios ni de la modernización, “pero hay cosas que forman el tronco de un árbol y las ramas van cambiando, mas el tronco y la raíz tienen que estar en su lugar para que florezca y le salgan nuevas ramas”.
No ha visto la nueva programación, debido a que se ha enfocado en dos libros que debe entregar. Por ello no quiere juzgar “en un estado alterado”; desea serenarse “porque no dejé algo que sea insignificante”.
–Hay preocupación de que con el actual director, Fernando Sariñana, el canal se está alejando de su finalidad: ofrecer contenidos culturales y educativos, ¿qué opina?
–Si hubiera esa desviación sería una lástima porque Canal Once tiene un prestigio muy grande como emisora cultural.
En Once TV México también comenzaron a proyectarse spots que avisan que es “Una tele más atractiva”, “Una tele más intensa” y “Una tele más plural”.
Y extrañamente en la XEW, de Televisa, se anuncian los cambios del Once.

Tercera cadena

A Pablo Marentes, quien fue director de Canal Once de 1978 a 1982, no le sorprende que la Presidencia intente quedarse con el canal del IPN porque “es una proposición que ha sido eterna, bastante recurrente, a mí me tocó sortearla”.
Argumenta que eso es una tontería. Y la nueva programación lo ha descorazonado mucho.
En cuanto a que Once TV México se convierta en la tercera cadena nacional, sólo dice:
“Están loquitos. Quién sabe quién les enseña a hacer tele o a tener nociones de transmisión.”
La analista de medios de comunicación Fátima Fernández Christlieb aclara que el Canal Once por sí solo no podría convertirse en una tercera cadena. “Formaría parte de ella”, no tendría que salir del IPN, como tampoco las televisoras de los estados abandonarían el régimen jurídico que actualmente tienen.
Es, sin embargo, optimista. Según ella, el Once no puede convertirse en un medio al servicio del gobierno en turno, “esos afanes ya no tienen cabida”.
Cree que el Once no puede marchar totalmente divorciado del Canal 22:
“Comparten población-objetivo y podrían tenderse mejores puentes. Algo que urge es de una vez por todas dejar de medir a los televidentes de este tipo de canales con los parámetros de los medios comerciales. En el mundo hay emisoras públicas que hace años se percataron del error de utilizar el rating para hablar de sus televidentes.”
Opina que el Canal Once debería de explicar los criterios con los cuales ajustó la programación: “eso es importante para los televidentes”.
Según Javier Esteinou Madrid, investigador de educación y comunicación de la UAM-Xochimilco, la intención de la Presidencia de la República de formar la Tercera Cadena de Televisión Nacional, mediante la expansión de la actual red audiovisual del Canal Once, es un proyecto muy trascendente por tres razones:
“Primero, porque hasta el momento el duopolio de televisión privado en México ha abortado con sus influencias de poder la formación de otra cadena que compita con su proyecto mercantil, y será solamente con el apoyo de la Presidencia que se podrá lograr el surgimiento de otro distinto, particularmente cultural.
“Segundo, porque dicha cadena no surge del sector comercial, sino del ámbito de medios de difusión de servicio público que plantearan la irradiación de este modelo en el país. Y tercero, porque si algo le falta a la actual política cultural del país, es la presencia de otro proyecto de nuevos valores mentales que contribuyan a la sobrevivencia social y que se impulse desde una infraestructura audiovisual.”
Por ello, cree que es relevante revisar la nueva programación que ofrece Canal Once:
“Si no es una propuesta sustantivamente cultural de servicio público, nos preguntamos: ¿Para qué queremos una cadena de televisión de Estado que sea una mala copia del modelo comercial privado? El mayor sentido que podrá sostener una tercera cadena de servicio público será consolidar el modelo de comunicación de esta naturaleza que básicamente se resume en vincular los contenidos educativos y culturales con la atención a las grandes necesidades de desarrollo que enfrenta la sociedad mexicana. De lo contrario, ¿por qué la sociedad mexicana deberá pagar a través de sus impuestos el funcionamiento de este modelo si no se vincula con sus necesidades de crecimiento?”
Explica que ello evidencia la urgencia de realizar por todas las vías una amplia discusión nacional abierta en el seno de la sociedad civil y del Estado sobre lo que debe ser la función del servicio público de comunicación en el marco de nuestra sociedad recesiva de principios del siglo XXI. Y detalla:
“Con ello se colaborará a evitar que sólo sean la burocracia gubernamental o política los únicos sectores que se apropien de la tarea de definir la misión de la comunicación de servicio público en México, pues quizás por sus intereses de poder desvirtuado la reduzcan a una simple transmisión de información legitimadora del poder en turno.”

Luces y sombras

La investigadora y especialista en medios de comunicación Beatriz Solís resalta que los 50 años de Canal Once han sido de luces y sombras. A decir suyo, es de celebrarse que un medio de comunicación público y que depende de una institución educativa llegue a estos años, pero aclara que tampoco se debe ser tan condescendiente.
Lamenta además que los temas sociales y políticos son los que están desapareciendo de la pantalla chica del IPN, y enfatiza que no era necesario cambiar el nombre de la emisora a Once TV México:
“Generalmente esos cambios de los nombres los entiendo en una sociedad de mercado o en una empresa que está en el mercado y busca ponerse un empaque más atractivo por sus productos. El cambio de nombre, además de que no me dice nada, no me explica por qué se realiza. Hay que cambiarlo cuando es una evaluación seria y sustentada de que el nombre le hace daño al canal.”
A su vez, Jorge Meléndez Preciado resume que Sariñana es un “lacayo” de Felipe Calderón:
“Yo nunca había visto a nadie del Canal Once que tratara de ser un sirviente del presidente de la República, al contrario.”


"Primer plano”, a segundo plano: nuevo horario LUNES 11 DE LA NOCHE oncetvmexico


Apro

Toda la llamada barra de opinión del Canal Once pasó de las 22 a las 23 horas desde el pasado lunes 30 de marzo. Así, para sorpresa de muchos televidentes, Primer plano se transmitió luego de la nueva serie sobre narcotraficantes Los vigilantes, producida por HBO.

Ocurrió igual con otros programas de la barra como Espiral, conducido por Ricardo Raphael, y Dinero y poder, por Ezra Shabot, a los cuales anteceden ahora series (Los vigilantes, La calle, Matrioshki y Los años de tu vida), como las ofrecidas por los consorcios Televisa y TV Azteca. Se inaugurarán además nuevos programas de opinión como México diferente, Agenda a fondo, Observatorio internacional, Ciudad de todos, y uno a cargo de Adriana Pérez Cañedo.
Mientras Sergio Aguayo se resiste a dar al desplazamiento de Primer plano una lectura política, Lorenzo Meyer dice sin empacho:

“Nos mandaron al caramba... o poquito más lejos que el caramba.”
Consultados por Proceso, los dos internacionalistas y politólogos, investigadores de El Colegio de México, dan su interpretación de lo ocurrido en Primer plano, programa en el cual participan junto con María Amparo Casar, José Antonio Crespo, Leonardo Curzio y Francisco José Paoli Bolio, cada lunes, ahora cerca de la medianoche. Meyer cuenta que les pidieron su opinión para hacer algunos cambios, entre ellos el de la escenografía, para la cual se compraría un set. Les ofrecieron respetar su vestuario siempre de negro y las tomas prácticamente sólo de los rostros de los participantes, así como el no tener un conductor o moderador. Pero jamás se les consultó del horario, “simplemente nos informaron la semana pasada: Pues fíjense que dentro de 15 días ya van a pasar de 11 a 12”. Y enfatiza:

“Nos tomaron por sorpresa y me parece que es una manera de disminuir el público. Porque en un día normal –en lunes–, quien se queda viendo la televisión a las 11, o no tiene qué hacer o realmente está enfermo, porque a esas horas cualquiera que deba trabajar normalmente en esta ciudad o en cualquier parte, ya está durmiendo. Yo no sé nada de televisión, pero supongo que ya disminuye mucho la audiencia. Así que –hablo no nada más por mí, sino por mis colegas– no es algo que nos haya gustado ¡nada!”

–Y el cambio se da justo en este momento, de frente a las elecciones, cuando hacen falta espacios para el debate político.
–Exactamente. Justo en este momento. ¡Y por lo que nos sustituyeron, que es una serie de balazos, no sé, creo que de gangsters!
–Son series como las de Televisa o TV Azteca, ¿no?
–Eso me dijo mi esposa.
–¿Cabe preguntarse si...?
–¿Cuál es el objetivo o cuál es la diferencia? –interrumpe y contesta enseguida él mismo:
“Hasta donde tengo entendido, el programa despertaba cierta polémica. No todos están de acuerdo con lo que decimos, pero sí es un programa crítico de la situación política. No todos pensamos igual, algunos somos críticos del régimen, otros sólo de ciertas políticas. Hay toda una gama de actitudes en el grupo, pero diría que prevalece la actitud crítica.

“Para eso todos venimos del campo de las ciencias sociales y, en principio, un científico social debe estar inconforme con el statu quo en México o en Suecia, en cualquier lado, porque siempre es posible mejorarlo. No sé hasta qué punto el ser un programa crítico influya en que nos marginen, porque no hay una censura, pero es una manera de irle restando visibilidad.” Recuerda que el programa tiene ya nueve años. Comenzó en octubre de 1999 a iniciativa de Alejandra Lajous, exdirectora del canal, quien “con mucho tino” –dice el historiador– consideró que aunque el Once fuera un canal chico, valía la pena darle presencia política, sobre todo porque venían las elecciones de 2000:
“Ahora parece que quieren hacer exactamente lo opuesto: Quitarle presencia política al Canal Once. ¡Justo cuando íbamos a cumplir los 10 años!”
Y termina la frase riendo:
“Es nuestro regalo de aniversario.”

Divertida

Relata que un primer ejercicio se hizo en 1997, con motivo de unas elecciones en el Distrito Federal. Luego de pensar en formatos, se encontró un programa sueco de mujeres, vestidas de negro, titulado De qué hablan las mujeres cuando no están sus maridos, les gustó y decidieron hacerlo similar, pero con temas políticos. Primero se pensó en hombres: Héctor Aguilar Camín (quien finalmente se fue a otro programa), Federico Reyes Heroles, Carlos Castillo Peraza y el mismo Meyer. En lugar de Aguilar Camín entraron Jesús Silva-Herzog Márquez y Carlos Elizondo Mayer-Serra.

Luego de las elecciones de 2000, él sugirió dar fin al programa, pero dice que Lajous consideró que se había abierto una visión de la política y debía mantenerse la discusión. Meyer salió temporalmente porque “los dados estaban un poco cargados”, y “con tendencia hacia la izquierda pues nada más estaba yo, los demás eran de centro-derecha”.

Se le pregunta si ya no está esa cargada, pues hay quienes opinan que sólo él y Aguayo tienden hacia la izquierda. Dice entonces que a Curzio y a Crespo los conoció como estudiantes y que con ellos y Aguayo hay una relación “muy de fondo”, cordial, y aunque les ha costado –“al menos a mí me costó”–, hay mucha tolerancia; tratan de no agredirse “sin ser condescendientes”, pues cada uno defiende su punto de vista. “Yo creía que estábamos muy bien, hasta que nos dicen que se va a otra hora. Pero estábamos ya en el límite, las 10 ya es una hora tarde, hubiera sido mejor las nueve... Y no, nadie nos preguntó del cambio de hora, se nos informó, lo cual no sé si debamos agradecer o no.”

Los cambios han afectado otros programas, como los de Cristina Pacheco. El director Fernando Sariñana dio razones de rating. Ahora se ven anuncios con lemas como “Canal Once... una tele más atrevida”, “... una tele más plural”, “... una tele más divertida”. Irónico comenta Meyer al respecto:
“Ha de ser divertido porque el país no está nada divertido. El país está muy poco divertido, la verdad no sé si quieran contrarrestarlo. Por ahí me decía Virgilio Caballero –a quien vi en un homenaje a Granados Chapa– que la idea era hacerlo un canal del gobierno, yo creo que ya es, ¿no? Porque, ¿a poco el Poli dirige ahí? Que yo sepa, no. Pero cuando les dio la orden Felipe Calderón de hacer del Once un canal nacional, pensé: ‘Qué agradable personaje’. Pero ahora ya me di cuenta por qué lo quieren hacer nacional: Quieren hacerlo nacional y quitarnos.
“También a Cristina Pacheco. Después de todo tiene una manera de criticar, de ver a la sociedad mexicana de forma no complaciente, porque Cristina va viendo artesanos, a gente que está no como Slim, sino que se gana la vida de manera exactamente opuesta, con su trabajo en serio.” Ahora, agrega el investigador, hasta ve al anterior director del Once, Sergio Di Bella, como “muy decente”, pues nunca los censuró, aunque sí llegó a preguntar por qué criticaban tanto a Marta Sahagún, esposa de Vicente Fox, “pero no pasó de un comentario, no se metió con la programación... Todo estaba bien... hasta que se puso mal”. Aguayo dice a su vez que conversó con Sariñana, quien le explicó que se trataba de una reestructuración a fondo y ello incluye poner la barra de opinión a las 11 de la noche.

“Hasta ahí puedo decirle. ¿Cómo afectará o cómo es visto por el auditorio?, pues eso ya es una historia muy diferente.”
–¿Cree que les conviene ese horario: lunes a las 11 de la noche, cuando no todo mundo se desvela y vienen elecciones?
–Si de mí dependiera, preferiría seguir a las 10 de la noche, pero no quiero hacer una lectura política del cambio de horario porque forma parte de una reestructuración. No lo siento, mi impresión es que no hay una intencionalidad política.
Cuando se le comenta que parte de los cambios obedecen a la idea de incrementar el rating y de ser un canal “más divertido”, ríe de buena gana. Dice que no puede opinar sobre los cambios en general porque en realidad no los ha visto, pero su idea es que el Once debe ser una mezcla entre una televisión que educa y ofrece materiales “que divierten y hacen pensar, con muy pocos comerciales, en fin, una televisión pública”.
Destaca, en cambio, que hasta ahora han tenido “absoluta libertad” para abordar los temas:
“Es el programa más plural y más libre. No sabe qué agradable es saber que la responsabilidad es de uno, cada quién sabrá cómo usa ese espacio, pero ahí sí se puede tocar al padre Maciel, y los hemos tocado todos esos temas... Luego nos llegan rebotes de que a fulanito –algún poderoso– no le gustó y se enojó, y en fin, pero sí le aseguro que si algún día quisieran inhibir mi libertad de expresión ni lo permitiría e inmediatamente lo diría.”
En la página web del Once se asegura que con la barra de opinión el canal “salda el compromiso de informar a su público y construir opiniones”.

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