Tuesday, March 03, 2009

"En cualquier país, seis mil muertos en un año (2008), ya habrían hecho caer al Estado. Pero México es distinto: veneramos a la muerte".

Cita del encabezado: Pedro Paula.

Las revoluciones son inevitables...1810, 1910, 2010








Por Fausto Fernández Ponte

02 marzo 2009
ffponte@gmail.com


I

El temor de un estallido revolucionario a la usanza historiográfica --alzamiento armado de las vertientes vanguardistas del pueblo-- permea por ósmosis la dermis de ciertos personeros del poder político del Estado mexicano y, secuencialmente, los mueve a terror, les quita el sueño, pero...

Pero a otros, sin duda la mayoría del total de esos personeros del poder político del Estado --incluyendo al jefe nominal del Espuriato, Felipe Calderón-- y el aparato coactivo-coercitivo constitucional y sobre todo metaconstitucional civil y militar, la noción de un movimiento social reivindicador o revolucionario es inimaginable.

"¿Una revolución? ¡Imposible!", comentan ciertos funcionarios civiles y militares de alta jerarquía en el Calderonato, amigos incluso de éste escribidor en el sentido filadelfiano. Muchos subsecretarios de despacho del Poder Ejecutivo y no pocos legisladores y magistrados judiciales consideran "exagerado" una insurrección.

Y es que, en términos generales, esos personeros del poder político del Estado no registran lo que para otros mexicanos es obvio: la existencia de un hartazgo societal generalizado, al parecer creciente, con indicios que el pueblo percibe e interpreta como consecuencia del comportamiento corrupto e impune de los políticos.

"El mexicano es agachón", suelen decir esos políticos y algunos corifeos por soldada y burócratas de jeraquía aklta y mediana sobre todo en áreas hacendarias, financieras y de la economía y la energía y las comunicaciones e incluso en las secretarías de despacho de alcance político. "Prefiere aguantarse que protestar", añaden.

Lo que no imaginan --ni mucho menos disciernen-- es que el estallido revolucionario ha estado ocurriendo desde hace algunos años a la fecha, como secuela de la naturaleza fallida del Estado mexicano, tema hoy tan debatido bajo criterios oficialescos, por definición estrechos, en los cenáculos de los poderes formales y fácticos.

II

Empero, más allá de la definición cultural-constitucional de Estado fallido prevalece arraigadamente en la percepción colectiva de los mexicanos la convicción de que el poder político estatal no está a la altura de su misión ni del momento histórico, pues no responde más que a los intereses propios de sus personeros en facción.

La condición de Estado fallido es discernible objetivamente con arreglo a las premisas y silogismos y las herramientas metodológicas de las ciencias políticas y sociales. Un Estado falla si su razón de ser constituyente y funcionamiento son ajenos a los intereses estratégicos mismos del pueblo, su constitutivo más importante.

Y el pueblo --no debe olvidarse en los cenáculos del poder político del Estado-- es el principal elemento constitutivo de éste. Por ello, un poder político (un gobierno) emanado de procesos electorales dudosos, como el de 2006, es el vector mayor que concurre al proceso de metamorfosis de un Estado eficiente en uno fallido por espurio.

En el caso del Estado mexicano, esa metamorfosis no es reciente, sino secuela de un largo "continuum" cuya etapa ocurrente --tal vez la más virulenta y corrosiva de nuestra historia-- coincide cronológicamente con el inicio de un proyecto de nación inspirado en la filosofía del neoliberalismo económico: un Estado sin alcance.

Dígase de otro estilo que esa etapa ocurrente, la actual, se distingue por el diseño y aplicación de políticas en materia de economía, vida social (educación, trabajo) y cultura cuyos efectos han sido --y continúan siéndolo-- brutalmente antisociales. Opuestas al interés social, pues.

Ello, cabría hacer la salvedad, no deriva de la cosmovisión de los gobiernos de Vicente Fox y Felipe Calderón, entusiastas adherentes de las políticas antisociales del Estado mexicano, sino desde los sexenios de Miguel de la Madrid y, aun antes, desde los posteriores al de Lázaro Cárdenas, particularmente el de Miguel Alemán.

III

En esos sexenios --de 1940 a la fecha, con atapas culturalmente definidas en lo generacional--, el poder político del Estado inició un proceso de cambio de entraña ideológica y cambio de piel político. Refundó un partido político, el PRI, como agente contrarrevolucionario bajo disfraces retóricos revolucionarios. Hoy, el PAN le imita.

La simulación fue desde entonces el eje central del quehacer del poder político del Estado, siendo su secuela la demagogia y la fabricación artificiosa de un falso contrato social que se traducía en abrumadoras victorias electorales para el PRI y rechazaba a priori otras opciones, algunas auténticamente revolucionarias.

El carácter de Estado fallido es la secuela de las cortedades --omisiones y comisiones criminógenas-- del poder político (cuyos personeros son incorrectamente llamados "clase política", que proviene del fascismo italiano) del Estado mexicano y ha creado un entorno pre y revolucionario constante, muy agitado.

Ese aserto deviene en verismo: los mexicanos hemos estado en revolución desde el hito histórico convencional y arbitrario que limita a la Revolución Mexicana a fechas contundentes y etapas tajantes que van desde la convocatoria maderista a tomar las armas y derrocar a Díaz hasta el reparto agrario y la Expropiación Petrolera.

En esa misma vena pudiérese decir sin hipérbole que la RM fue una fase del "continuum" de la guerra de Independencia iniciada, según la taxonomía histórica convencional, en 1810 con el "grito" de Hidalgo, aunque la agitación social se manifestaba bajo modalidades variopintas desde hacía siglos, desde el arribo de Cortés.

Y es que muchos fueron los alzamientos indios en el siglo XVIII. En el panteón de émulos figuran prominentes iconos de insurgencias reivindicatorias: Canek, con los mayas en Yucatán, y mucho antes, en el siglo XVII, Yanga, el esclavo africano en Veracruz, así como alzamientios yaquis, apaches, mixtecas y zapotecas, etcétera.

Y en 1994, en Chiapas, los indios se insurreccionaron y hoy, 15 años después, ese movimiento telúrico es insoslayable en el mapa de las reivindicaciones. El pueblo de México, mestizo y legatario de la vocación reivindicadora del ancestro indio, no está dormido ni es muy "aguantador" del todo. Parece dormido y aguantador. Algo lo agita.

ffponte@gmail.com

Glosario:

Continuum: en sociología, concatenación lógica de diferentes estructuras dentro de un mismo sistema económico, político, social y cultural, que expresa una línea de desenvolvimiento histórico. Continuidad.

Historiográfica: relativo o perteneciente a la historiografía: arte de escribir la historia.

Ósmosis: en f´+isica, absorción. Influencia mutua.

Soldada: relativo a sueldos.

Taxonomía: ciencia que trata de los principios, métodos y fines de la clasificación.


Villahermosa, Tabasco. Domingo 01 de Marzo de 2009

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