Tuesday, September 02, 2008

Post-neoliberalismo en América Latina







Emir Sader/ Fuentes: Agencia Carta Maior/ Correio Braziliense (Traducción Insurrectasypunto)

02/09/2008




Insurrectas y Punto
La lucha contra el neoliberalismo en América Latina depende de que los gobiernos actuales consigan elegir sus sucesores, pero, principalmente, que den pasos efectivos para salir del modelo neoliberal, promoviendo la prioridad de lo social contra la del ajuste financiero y consolidando los avances de los procesos de integración continental.

La lucha contra el neoliberalismo ya tiene historia en América Latina. En el mismo año, 1994, en que los EEUU, Canadá y México firmaban el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (Nafta) y Fernando Enrique Cardoso ganaba las elecciones en Brasil, los zapatistas hacían su rebelión en Chiapas y lanzaban un grito por la lucha contra el neoliberalismo, la economía mexicana sufría la primera crisis del nuevo modelo, teniendo que ser inmediatamente atendida por un préstamo gigante por parte de Washington. Ya se podía ver que el nuevo modelo tenía corto aliento.

Cuatro años después, Hugo Chávez era electo presidente de Venezuela, prometiendo combatir el modelo dominante, en Seattle explotaría un año después la rebelión popular contra la OMC e dos años más tarde se organizaría el Primer Foro Social Mundial. La serie de elecciones de presidentes latinoamericanos electos como rechazo de los gobiernos ortodoxamente liberales – el caso de Menem, FHC, Lacalle, Sánchez de Losada, Lucio Gutierrez entre otros- cambió la fisonomía política de la región, generando la mayor cantidad simultanea de presidentes progresistas que el continente había conocido.

Nuevos procesos de integración surgieron y los antiguos fueron retomados y ampliados, generando el único espacio mundial de integración relativamente autónomo de los Estados Unidos, mientras los gobiernos daban pasos claros de construcción de modelos post neoliberales y otros flexibilizaban el modelo heredado.


Tomada de sorpresa por la tónica de sus políticas sociales –víctimas privilegiadas de los gobiernos neoliberales- que los nuevos líderes adoptaban, la derecha pasó a la defensiva. Huérfana de un poder imperial, carente de políticas para el continente, retrocedió para reagruparse en la defensa de sus espacios estratégicos. Defensa de la prensa privada como su espacio estratégico, porque desde allí podrían dirigir política e ideológicamente las fuerzas opositoras, bancos centrales independientes, defensa contra la reforma agraria que afecta el poder sobre la tierra, lucha contra políticas tributarias que recorten sus lucros con acciones redistributivas, resistencia contra cualquier forma de cualquier forma de regulación estatal, contra cualquier forma de fortalecimiento del Estado – tales puntos pasaron a ser plataforma de la derecha, una plataforma básicamente defensiva de las inmensas conquistas que había logrado con los gobiernos neoliberales.

Como no constituye un proyecto alternativo de gobierno – la campaña de Alckmin demostró que su propuesta es apenas de restauración de la ortodoxia liberal – no aparece como innovación, apenas intenta bloquear la capacidad de gobernar de los presidentes actuales y disminuir los efectos altamente populares de las políticas sociales.

Después de la derrota de Chávez en el referendo de noviembre pasado, y de la derrota de Cristina Kirchner en el intento de aumentar los impuestos sobre la exportación agrícola este año, el triunfo espectacular de Evo Morales en el referendo boliviano, la victoria electoral de Fernando Lugo, la perspectiva de triunfo de Mauricio Funes, del Frente Farabundo Martí en las elecciones presidenciales de marzo en El Salvador, el apoyo popular de más del 70% de Lula, los avances de la nueva constituyente en Ecuador, con perspectivas de alta aprobación en el referendo popular, abren una nueva etapa en la lucha contra el neoliberalismo en el continente.

Esa lucha dependerá de que los gobiernos actuales consigan elegir sus sucesores, pero, principalmente, que den pasos efectivos para salir del modelo neoliberal - promoviendo la prioridad de lo social contra la del ajuste financiero - y consolidando los avances de los procesos de integración continental. De eso depende el futuro del continente a lo largo de toda la primera mitad del nuevo siglo - un futuro post-neoliberal, basado en la solidariedad y en el humanismo, superando las políticas fundadas en el dinero, en las armas y en el monopolio da palabra.

Artículo publicado originalmente en Correio Braziliense (01/09/2008)

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