Sunday, May 25, 2008

Tonalamatl, papel del sol y de los días





Contenido

º Jack kerouac y su legado literario

º Antonin Artaud y El Teatro de la Crueldad

º La decadencia según Bukowski

º El amor según Miller

º José Antônio Cavalcanti, poeta






Jack kerouac y su legado literario




Jack Kerouac fue el primero que utilizó el termino “Beat Generation” con el cual se refería al grupo de escritores estadounidenses de los años cincuenta, mismo en el que él figuraba, los escritores de esta generación rechazaban a la corriente social mayoritaria a través de su literatura ajena a su todo convencionalista y estilo alternativo de vida.
La expresión: Generación Beat o Beatnik, fue acuñada por Kerouac en 1948, pero se dió a conocer hasta 1952, tras una conversación con el novelista John Clellon Holmes, quien escribiera el artículo, “Esta es la Generación Beat, “This is the Beat Generation”, para la revista literaria del New York Times. Sus trabajos autobiográficos, poco estructurados, reflejan una vida nómada, con cálidas pero atormentadas relaciones y una profunda desilusión social, aliviada un poco por las drogas, alcohol, misticismo y humor negro.
Antonio de León mencionó que el escritor estadounidense pasó varios años tratando de encontrar un estilo propio, al que finalmente llamó prosa espontánea o “kickwriting”. Por otra parte dijo que cuando a Kerouac se le preguntaba acerca de sus opiniones respecto de la escritura no se esforzaba en hacer diferencias entre la prosa y la poesía.
“A Jack Kerouac le gustaba decir que cuando estaba trabajando en una novela cada párrafo era un poema dentro de un extendido texto que flotaba en el mar de la lengua inglesa”, platicó De León durante la presentación.
Cabe mencionar que la fama acabó con el alocado Kerouac ya que se presentaba borracho a las entrevistas para así poder explicar la mística que se hallaba entre sus novelas y poesía.
De las obras que escribió figuran “On the road”, que es un relato espontáneo sobre gente que principalmente viajaba por Estados Unidos y México con desplazamientos rápidos, viviendo esa experiencia como fin en sí misma y en la cual se inspiraban con alcohol, sexo, drogas y música de jazz; “The Subterraneans” en “The Dharma Bums” (Los vagabundos del Dharma), “Big Sur” donde describe la retirada de un líder beat a la costa californiana en un intento de rehacer su vida; “Vanity of Duluoz”.
Kerouac escribió también “Mexico City Blues” en el año de 1959, un libro de poesía en el que describió como experimentó con los ritmos y sonidos de la palabra y el jazz- Así mismo escribió libros de viajes como El viajero solitario en 1960, entre otros más.
Así como los artistas impresionistas de París, los escritores Beatnik fueron, en un principio, un pequeño grupo de amigos cercanos, y más tarde, todo un movimiento social y literario. Jack Kerouac, Allen Ginsberg y compañía se la vivían en los clubes neoyorquinos pasando el rato y disfrutando de la música. Su poesía y novelas siguen influenciando a los jóvenes, aún décadas después de su muerte. Incluso hoy en día Kerouac inspira a otros escritores en todo el mundo.

Nota: Esta colaboración obtenida en un curioso e inesperado Blog que nos fue enviado, es bastante flojo, sin embargo, es menester tener un espacio donde el interés por escribir y desarrollar el oficio, bien vale la pena promoverlo y darle cabida en diversos medios.




Antonin Artaud y El Teatro de la Crueldad



Antonin Artaud nace y se educó en Marsella.Entra en contacto con el movimiento Surrealista a través del poeta Max Jacob.
Su carrera como actor comienza el mismo año que ingresa al movimiento Surrealista, esto es en el año 1920, a la edad de 24 años.
Algunos miembros del grupo, manifestaron su disconformismo con las ideas que imponía Bretón. Artaud fue uno de ellos, él se ubicaba en una posición de pesimismo integral, creía en la absoluta inutilidad de toda acción social; consideraba que el problema debía quedar reducido al hombre en sí.
De ahí que en el año 1927, Bretón castiga y expulsa a Artaud del movimiento, ya que éste no aceptó la idea de caminar junto al comunismo Francés.
Antonine Artaud fue un contemporáneo de Berlot Brechet, que fue uno de los precursores de la vanguardia del teatro moderno.
La actuación para Artaud, tiene algo de trascendental y sagrado, tal vez, esto es lo que lo llevó a elaborar una teoría sobre el teatro.
Su teoría la denominó "teatro de la crueldad", que surge de su intento por captar lo propio y esencial del teatro.
Lo que inspiró a este autor para crear esta teoría donde utiliza un nuevo lenguaje teatral, que ejerció una de las influencias más importantes en área teatral después de la II Guerra Mundial, fue la comprensión imperfecta de ciertas formas de teatro oriental luego de haber presenciado el año 1922, una función de un grupo teatral japonés; la misma comprensión imperfecta, ahora, de rituales primitivos, lo llevó a estructurar su teoría, luego de haber sido espectador de una función de la Compañía del teatro Balines, el año 1931.
Fue co-fundador del teatro de Alfred Jarry en 1927, en donde produjo varias obras. En una de ellas, (The Cenci,1935) hace una ilustración de su concepto de teatro de la crueldad.
Su teoría tiene que ver la idea de que el lenguaje limita al espíritu de sentir sensaciones puras que se encuentran esclavizadas por el principio de realidad. La idea de un teatro en donde se elimina todo lenguaje y en que los actores se expresan mediante movimientos y actos, situados en un escenario casi desnudo, donde la música y las luces son solo accesorios, para provocar en las almas de los espectadores, una especie de exorcismo, donde se le libera de la realidad lógica y moral y poder experimentar sensaciones propias de la naturaleza humana.
El primer manifiesto del "teatro de la crueldad", se publica en el año 1932 en la revista "Nouvelle reveau Francaise", cuya dirección estaba a cargo del poeta Paul Valery, el escritor André Gide y Jean Paulhan.
Las teorías y trabajos de Artaud, fueron influencia para lo que más tarde se denominó teatro experimental, que incluye lo que se conoce como teatro del absurdo, ritual y el de entorno.
Artaud fallece en un asilo para enfermos mentales a la edad de 55 años y en singulares condiciones, sentado en la esquina de su cama y en soledad.
El primer manifiesto de El Teatro de la Crueldad se publica el año 1932 .
La base del El teatro y su doble, es la crítica que le hace a la cultura occidental, que la vé desprovista de valores, que no se asemeja a lo que realmente es el hombre por naturaleza, que impone pensamientos, que tiraniza.
Su pensamiento es un reflejo de lo la época que fue testigo.
Cree que la cultura se opone a la forma natural del hombre, impone una conciencia sistemática, cuyo vehículo para conseguir sus objetivos es el lenguaje, los signos, que esclavizan al hombre.
La cultura hace que nuestra mirada se dirija a reflexionar sobre nuestros actos, a las formas y nuestra alma queda olvidada, debe aguantar el deseo de manifestarse de manera auténtica; nuestra verdad está reprimida.
La cultura hace que el hombre pierda su inocencia, se pierde la magia , los sueños.
El teatro debe prestar la ayuda para que las represiones cobren vida, por lo menos para experimentar sensaciones que pertenecen a la naturaleza del hombre, y debe hacerlo de una forma cruel, debe ser como una golpiza para que el hombre despierte, para que su mirada gire hacia su interior, para que se desprenda de su uniforme y viva, auque sea un momento, la vida tal como es.
El hombre civilizado, es un hombre que la cultura ha drogado para lograr su bienestar, pero se ha equivocado.
Su narcótico es la palabra, el lenguaje. El teatro entonces, consiste en ser una especie de terapia, para quitar el efecto de esta droga; debe ser la ayuda para liberar al hombre.
El teatro que propone Artaud es sencillo; utiliza sólo lo suficiente como para ayudar al espíritu a conectarse con su yo; la música, los gestos, los ruidos, el fuego, los signos, es su lenguaje. La idea del teatro y su doble es para mi opinión, la convicción de Artaud de que el teatro debe permitir al hombre liberarse del superyo y quedarse sólo con su consciente. Uno de los orígenes que tuvo la concretización de la teoría que propuso Aratud sobre el teatro, es la admiración por el teatro Oriental, principalmente el teatro Balines.
Para Artaud, la idea del teatro Oriental, es física, aquí no se utiliza la palabra, hay una independencia con respecto a la escritura, no se necesita de un texto escrito.
En cambio, en el teatro Occidental, la palabra lo es todo, no hay posibilidad de expresión sin un texto. Así, el teatro vendría a ser una representación material de un texto, lo que hace que pierda naturalidad, espontaneidad con respecto a lo que originalmente se quiere conseguir.
El teatro está subordinado al lenguaje, depende de él, por lo tanto, habría que preguntarse si el teatro posee un lenguaje propio, como lo tiene la danza, la pintura, y la música.
Las palabras crean pensamientos en el hombre, el teatro Occidental, haría entonces, que el pensar del hombre fuera objetivo, porque precisa pensamientos, lo limita de poder pensar, reflexionar, analizar desde su propio punto de vista.
El teatro Occidental emplea la palabra para representar aspectos de la vida cotidiana, conflictos psicológicos. De esta forma, el teatro no presta ninguna utilidad para resolver estos conflictos, estos aspectos de la vida, solo se vuelve a pensarlos. Los conflictos morales no necesitan de la escena para ser resueltos.
Al utilizar sólo formas, gestos, música, colores, movimientos, va a producir una especie de hechizo, va a producir en el espectador, miles de sensaciones, porque la escena se da en muchos planos; un movimiento acompañado de un sonido, de un grito, puede producir muchas sensaciones, significados; al no haber palabras, el espectador se concentra en lo que le llama más la atención y de ahí reflexiona, piensa en esa sensación.
El teatro debe expresar lo que está oculto en el hombre, lo que no es capaz de ver, por el hecho de que su atención está concentrada en el exterior. Debe devolverle su primitivo destino, devolverlo al aspecto religioso y metafísico, debe reconciliarlo con el universo.
El teatro entonces, debe emplear la palabra, debe prestar un servicio, debe considerarla como herramienta, para conseguir despertar al hombre; para hacer que se desligue de toda norma moral y lógica, que el pensamiento quede en completa anarquía. También debe cumplir la misión de crear, de continua creación.
La forma de hacer reaccionar el hombre es el lenguaje con carácter cruel; el teatro debe desarrollarse en el peligro.
El teatro debe utilizar la palabra como un medio para perturbar las cosas, para causar conmoción en el ambiente y en la parte del alma humana que es anárquica. Debe hechizar.
El teatro oriental cumple con esto, remueve el espíritu en todos sus ámbitos; su técnica pude causar múltiples sensaciones, encanta, perturba, excita al espíritu.
El teatro de Occidente al utilizar la palabra, está reflejando un texto escrito, es un doblaje físico. En cambio, el teatro mágico, nace de los gestos, de la música, del sonido, todos ellos combinados, y que proyectan numerosas consecuencias que solo se podrán descubrir en escena. Aquí no hay autores de palabras escritas, sino especialistas que hechizan de forma objetiva y animada.
Artaud, cree que la verdadera idea de teatro está extraviada, pues opina que en el teatro de su tiempo, el espectador se ha transformado en voyerista; concurre al teatro a observar escenas íntimas de sujetos desconocidos. Esta Situación es el motivo de que la gente busque en el cine, en el circo espectáculos más violentos.
Este dramaturgo, cree necesario una transformación del teatro; éste debe ser furte, valiente, que sea capaz de soportar el ambiente de angustia y de catástrofe que se respira; que sea capaz de calar en el pensamiento del hombre de forma profunda, que toque el alma inestable de la época.
El teatro debe ser como una terapia para el hombre y debe renovarse por culpa de la realidad, en el sentido que todo accionar es ya cruel; así entonces, el teatro debe llevar una acción extrema a sus últimos límites.
Según esta teoría, el teatro debe estar dirigido a los sentidos antes que el pensamiento, como lo hace el teatro psicológico (Occidental).
Debe agitar masas, debe perturbar, mediante la utilización de temas como el amor, el crimen, la guerra, la locura, etc. Presentar un crimen por medio de la poesía, es mucho mas chocante que presenciar la ejecución de el crimen mismo. La música, las luces, los sonidos, juegan un papel importante, aunque nunca deben ser más allá que accesorios.
Mostrar la realidad horrorosa de la época, acompañada de elementos artísticos hasta penetrar en la sensibilidad humana, dado el mérito de la poesía, que tiene fuerzas vivientes.
Personajes famosos en escena, crímenes atroces, devociones sobrehumanas, el teatro utiliza la crueldad como una mordedura para el corazón y los sentidos. Esto producirá imágenes que se confundirán con los sueños. Los sueños afectan nuestra realidad, por lo tanto luego de presenciar este tipo de obra teatral, los pensamientos y sensaciones que surjan de ella, intervendrá en nuestra vida; este método sólo podrá ser eficaz si se aplica violencia precisa. El hombre está desvanecido y hay que reanimarlo, como con una especie de electroschoc.
Al no ser este teatro una copia servil de hechos reales, las personas creerán en ésas sensaciones experimentadas, que se confunden con sueños y al creer en ellos, el teatro permite liberar al hombre, liberarlo en la magia de sus sueños .
Los sueños sólo se podrán reconocer por medio de la crueldad y el temor. Los puntos analizados, reflejan la base de la teoría de Artaud sobre el teatro.
Porque esa "relación atroz y mágica con la realidad y el peligro" es cada día más palpable, más peligrosa, más atroz y mágica, aún en su ausencia. El teatro sigue siendo el único arte donde el público voluntariamente habilita un tiempo otro, se trate de ficción o de ritual. Es el público el que decide, en la sala, no interrumpir a los actores, permitir el desarrollo de las acciones. En la medida en que comprende que forma parte de un hecho real que está ocurriendo, asume el riesgo de caer, aunque no sea más que por un instante, en la representación de sí mismo, es decir, en la toma de consciencia del carácter ficticio de su realidad.






La decadencia según Bukowski

"Bloqueado", de Hijo de Satanás, por Charles Bukowski.

Eran las 11.45 de la mañana cuando sonó el teléfono. Martin Glisson estaba dormido. Cogió el teléfono del suelo.
-¿Sí?- preguntó.
- ¿Martin?
- Sí.
- Soy el Roedor.
Era el director de una revista de Nueva Cork al que le gustaba llamarse a sí mismo “El Roedor”.
- Oye, no tenemos nada tuyo. Sólo faltan seis días para el plazo de entrega.
- Vale, Roedor, te conseguiré algo.
Martin escribía una historia mensual para la revista Sexerox.
- ¿Qué tal te va con las mujeres, Martin?
- Me estoy tomando un descanso. Me mantengo alejado de ellas.
- ¿Y de dónde sacas el material?
- ¿Y eso qué importa mientras esté bien?
- Tienes razón. Nos gusta tu material. Por lo que cuentas, debes de ser virgen, pero de todos modos necesitamos algo antes de seis días.
- Muy bien, Roedor. Cuelgo.
- Claro, Martin.
Martin dejó caer el auricular en la horquilla. Rodó hacia dentro de la cama. Se quedó panaza abajo, con el rostro mirando hacia el este, hacia el sol. El alcohol le transpiraba por los poros. Había escrito 27 libros, había sido traducido a 7 u 8 idiomas y nunca había tenido un bloqueo de escritor, pero ahora tenía un jodido bloqueo de escritor.
Miró el sol. Hacía sólo 13 años que se había librado del trabajo de 8 horas. Ahora todo el TIEMPO era suyo. Cada segundo, cada minuto, cada hora, cada día. Cada noche. Era escritor. Escritor. Escritor profesional. Había 12 millones de personas en los Estados Unidos que querían ser escritores. Él era escritor.
Martin salió de la cama y fue al cuarto de baño, dejó correr el agua de la bañera, luego se acercó al retrete y se sentó. Sabía cuál era su problema, no podía llegar hasta la máquina de escribir. Estaba en la otra habitación. Lo único que tenía que hacer era ir hasta allí y sentarse a la máquina y las ideas acudirían a él. Pero no podía hacerlo. Entraba allí, miraba la máquina, pero no se sentaba. No podía. Y sabía exactamente por qué.
Bueno, por lo menos, podía defecar.
Martin se limpió, miró hacia abajo, tiró de la cadena mientras pensaba: El límite entre escribir y defecar es una línea muy fina.
Fue hacia la bañera, agregó un poco de agua fría y se metió…
Escribir te empuja a espacios aéreos, te convierte en un extraño, en un inadaptado. No es raro que Hemingway se volara los sesos por encima del zumo de naranja. No es raro que Hart Crane se tirase a la hélice, no es raro que Chatterton se tomara un matarratas. Los únicos que continuaban eran los que escribían best-seller, y ésos no estaban escribiendo, ésos ya estaban muertos. Y tal vez él estuviese muerto también: poseía una casa en propiedad con su sistema de seguridad, tenía una máquina de escribir IBM eléctrica, tenía un Porsche y un BMW en el garaje. Pero hasta ahora se había resistido a la piscina, al jacuzzi y a la cancha de tenis. ¿Estaría, quizá, sólo medio muerto?
Sonó el teléfono. Sonrió: Métete en la bañera y sonará el teléfono. El teléfono sonaba siempre que estaba follando. Ya no lo hacía. Era escritor, no podía perder el tiempo follando. Necesitaba el tiempo para escribir relatos sobre sexo.
Salió de la bañera, mojado, chorreando, fue hacia el dormitorio, cogió el teléfono.
- ¿Sí?
- ¿Martin Glisson?
- Sí.
- Le llamo de la consulta del doctor Warner para recordarle que tiene una cita a la 1:00.
- ¡Mierda!
- ¿Cómo?
- Quiero decir que ¿para qué es?
- Es su cita semestral para la revisión y la limpieza de dientes.
- Está bien, gracias…
Martin no regresó a la bañera. Simplemente fue hacia la cama, se tumbó y giró varias veces sobre las sábanas para secarse. Todavía le quedaba algo de originalidad.
Luego se vistió y salió. Miró los dos coches y eligió el BMW. Sentía la necesidad de un pequeño cambio.

Más tarde, en la consulta del dentista, comunicó su llegada a la recepcionista. La chica le pidió por favor que se sentara, luego cerró la puerta corredera de cristal. A él nunca le gustó aquello de que cerraran la puerta corredera de cristal. Realmente era una afrenta que a uno lo dejaran afuera de esa forma. O quizá no querían que oyera los gritos provenientes del sillón del dentista. Bueno, ¡qué importaba!
Martin atravesó la habitación, se sentó y cogió una revista.
Lo que le gustaba de Sexerox era que publicaran todo lo que se les mandaba. Ahora debería intentar en serio escribir algo, aunque sólo fuera para mantener abierta esa puerta. Tal vez no tuviese un bloqueo de escritor. Tal vez sólo creía que tenía un bloqueo de escritor. Pero el resultado final era el mismo.
Se había olvidado las gafas de leer. Aun así, siguió pasando las páginas de la revista. De todos modos no podía leer revistas, incluso con gafas. No le importaban los deportes, ni los asuntos internacionales, ni el cine, ni el teatro, la nobleza, ni siquiera si se acababa el mundo o no.
- ¡Hola, señor!
Era una niña de unos 5 años, vestida con un bonito vestido azul y zapatos blancos. Era rubia y llevaba un lazo rojo en el pelo. Tenía unos hermosos ojos grandes y marrones.
- ¡Hola!- contestó Martin, y luego volvió a mirar la revista.
- ¿Le van a sacar una muela?- le preguntó la niñita.
Martin volvió a levantar la mirada.
- ¡Huy! No lo sé. Espero que no.
Martin volvió a mirarla. Realmente era una cosita preciosa. Pero, probablemente, cuando creciese se transformaría en una rompehuevos.
- Qué cara más graciosa tienes- dijo ella.
Martin sonrió.
- Tú también tienes una cara muy graciosa.
Se rió. Era una risilla grandiosa, fresca y limpia, que le recordaba a los cubitos de hielo en el fondo de un vaso. No, eso era una chorrada. La risa era otra cosa. ¿Qué?
Ya está, ahí lo tienes, pensó Monty: un hombre abusa de una niñita en la sala de espera del dentista, mientras a su mamá le sacan una muela de juicio. Y hazlo realista y terrible, aunque con humor. El hombre quiere pero no quiere, y sin embargo la niña, a su modo, es la que le induce a ello. Cuando sale, la madre se encuentra con que él tiene las braguitas de la niña sobre la cabeza.
- ¿Dónde está tu mamá?- le preguntó Martin a la niñita.
- Le están sacando una muela.
- Ah…
Martin volvió a bajar la mirada hacia la revista.
- ¿Por qué no vienes aquí y me lees algo?- preguntó la chiquilla.
Martin la miró.
- No veo bien. Me he olvidado las gafas.
- Ven e inténtalo de todos modos- dijo sonriendo.
“Qué niñita tan extraña”, pensó, “valiente atrevida”.
Martin fue hasta ella, se sentó en una silla contigua, la movió la puso pegada a la de ella.
- Y ahora, ¿qué quieres que te lea?
- Léeme algo de la revista que tienes en la mano.
Martin apenas podía ver las letras. Le leyó. Trataba sobre los problemas de seguridad en los próximos juegos olímpicos. Era todo muy aburrido. A él le importaban un pito los juegos olímpicos. Pero la chiquitita parecía muy interesada en los problemas de seguridad en los próximos juegos olímpicos. Sintió como su bracito rozaba el suyo y cómo su cabecita se acercaba a la suya para oír mejor. Sintió cómo los cabellos de ella le hacían cosquillas en la cara. Se le quebró la voz.
Ahora, pensó, el hombre de mi relato estiraría el brazo y le cogería la pierna. Suavemente. Ése sería el comienzo…
Justo entonces se abrió la puerta de la consulta del dentista y salió una mujer grandota con blusa, pantalones y sandalias.
- ¡Vamos, Vera, ya podemos irnos a casa!
Vera sonrió a Martin.
- ¡Gracias, señor!
- ¿Le ha molestado, caballero? Es un poco pesada, ¿verdad?
- Oh, no –dijo Martin-, se ha portado muy bien…
La niñita y su madre se fueron y Martin devolvió la revista a la mesa. Quizá escribiría aquella noche. Sencillamente entraría y se sentaría a la máquina, abriría la botella de vino y encendería la radio. El resto vendría solo. Su problema era esa mezcla de inseguridad y confianza extrema.
Entonces se abrió la puerta del consultorio y la ayudante del dentista dijo:
- Señor Glisson, pase por aquí, por favor.
Siguió a la ayudante del dentista.
- Primera puerta a la derecha- dijo, y después se detuvo y le dejó pasar.
Martin se instaló en el sillón, como un viejo profesional, con las piernas estiradas. La chica miró su ficha.
- Bien, veo que la última vez le hicimos una placa, así que en esta visita no será necesario, a menos que haya tenido algún problema últimamente. ¿Ha tenido dolores o alguna molestia?
- En los dientes no- dijo Martin.
- Ahora, abra la boca- dijo la chica.
Empezó a examinarle.
- Mmmmmm, parece que todo está bien…, tiene un poco de sarro, pero no veo ninguna señal de caries.
- Bien…
- Así que ¿qué tal le va, señor Glisson?
- Muy bien, ¿se acuerda usted de mí?
- Sí, claro.
- Bien, y a usted, ¿qué tal le ha ido?
- Todo va bien, excepto que hemos perdido nuestro caballo.
- ¿Caballo?
- Sí, teníamos un caballo de paseo. Se murió casi de la noche a la mañana. ¡Fue muy triste!
- Sí, esas cosas ocurren. Mi gato también se murió.
- Ahora abra la boca y empezaré. Y usted sólo tiene que sostener esto. Cuando yo le diga, lo único que tiene que hacer es ponérselo en la boca. Como una pajita.
Ella le alcanzó el pequeño instrumento de aspirar la saliva y la sangre de la boca.
- Sí- dijo Martin -. Me acuerdo de cómo funciona.
La ayudante del dentista empezó a hurgarle los dientes. No era atractiva, pero tampoco era fea. Una buena madre de familia de unos 35 años, bastante inteligente, tal vez un poco gordita, tal vez un poco rechoncha, pero pulcra: sencillamente una buena mujer.
Ahora, pensó Martin, ¿qué te parece lo siguiente?: Hombre al que están limpiando los dientes en el sillón del dentista. Primera hora de la tarde. Un poco de conversación aburrida. El hombre tiene una resaca terrible. Últimamente se ha sentido raro. No loco, ni nada por el estilo, solamente raro. La vida ha ido pasando, pasando y pasando sin demasiadas diversiones. Los hados no le han molestado. La vida ha sido simplemente una cuestión de comer, beber, dormir. Nada grande, nada pequeño. Ni siquiera una rutina, pero tampoco nada eterno. Y entonces el hombre lo hace, apenas sin saber por qué, apenas sin pensarlo, simplemente lo hace. Como si se tratase de agacharse y coger una moneda del suelo: estira el brazo y mientras la ayudante está raspando el sarro de los dientes, le agarra el culo con una mano, le da un buen sobe y, después, lo suelta.
La chica no dice nada, continúa simplemente raspando el sarro. Bueno, sí, dice “ahora” y él lo acerca y se pone en la boca el instrumento de aspirar la saliva y la sangre.
Deja caer el instrumento y extiendo los dos brazos y le coge ambas nalgas y hunde en ellas sus garras, la suelta. La chica sigue raspando.
Entonces levanta con las dos manos su falda almidonada, le toca las bragas, empieza a bajárselas. Ella sigue raspando, sin decir nada…
Entonces oyó el grito de la ayudante del dentista.
- ¡EH! ¿QUÉ ESTÁ USTED HACIENDO?
Martin se incorporó en el sillón. Ella había retrocedido hasta el otro lado de la habitación. Tenía los ojos como platos. Volvió a gritar.
- PERO ¿QUÉ LE PASA? ESTÁ USTED LOCO?
El dentista, el doctor Warner, entró corriendo.
- ESTE LOCO ACABA DE METERME MANO.
- ¿Ha hecho usted eso, caballero?
- Quizá, no lo sé.
- ¡BUENO, PUES YO SÍ LO SÉ! ¡MALDITA SEA, ME HA AGARRADO EL CULO!
- No lo he hecho a propósito, ha sido como un sueño…
- Pero usted no puede ir por ahí haciendo esas cosas –dijo el doctor Warner.
- Ya lo sé, sé que he estado mal. No sé qué decir.
- ¡VAMOS A LLAMAR A LA POLICÍA! ¡QUE LE METAN PRESO! ¡ES PELIGROSO!- gritó la ayudante dental.
- Tiene razón- dijo Martin-, llame a la policía. Yo esperaré. Probablemente necesito que me encierren. Lo que he hecho ha sido absolutamente idiota. Lo siento; aunque “sentirlo” no sea suficiente.
- Está bien, Darlene- dijo el doctor Warner-, ve a llamar a la policía.
- No -dijo Darlene-, que se marche de una vez lejos de aquí. Me pone enferma. ¡Que se marche de una vez!
Martin apenas podía creer lo que decía aquella mujer.
- Gracias –le dijo a la ayudante dental-, no puedo expresarle suficientemente mi agradecimiento. Créame, ¡nunca volveré a hacer este tipo de cosas! Así que ayúdeme.
- ¡Salga inmediatamente de aquí –dijo Darlene- antes de que cambie de opinión!
- Váyase. Es mejor que se vaya –dijo el doctor Warner.

Martin se bajó del sillón y salió de allí, atravesó el vestíbulo y abrió la puerta que daba a la sala de espera, la cruzó y salió a la calle. Vio el BMW, buscó las llaves, abrió la puerta, entró. Arrancó el coche y lo sacó de allí. Condujo por el boulevard principal y se detuvo a esperar frente al semáforo rojo. Se puso verde y él giró a la derecha y se metió en la corriente del tráfico. Martin continuó conduciendo, simplemente siguiendo el tráfico. Entonces llegó a otro semáforo rojo y se quedó allí sentado entre los coches que esperaban, pensando “Ellos no lo saben, esta gente no me conoce”. Entonces aquel semáforo se puso verde y continuó conduciendo, siguiendo el tráfico. Iba en dirección equivocada, alejándose de su casa, pero no parecía importarle.


El amor según Miller

Fragmento de Nexus, por Henry Miller.






"...Por efímero que sea el amor, ¿podemos decir que ha habido una pérdida? La única perdida posible (¡y qué bien lo sabe el amante auténtico!) es la falta de ese afecto imperecedero que la otra persona inspiraba. Qué día gris, deprimente, ominoso, aquel en que el amante comprende de pronto que ha dejado de estar poseído, que está curado, por así decir, de su gran amor. Cuando lo califica, aun inconscientemente, de locura. La sensación de alivio causada por ese despertar puede hacernos creer, con toda sinceridad, que hemos recuperado la libertad. ¡Pero a qué precio! ¡Qué libertad tan pobre! ¿Acaso no es una calamidad volver a mirar el mundo con la visión y cordura cotidianas? ¿Es que no es desgarrador verse rodeado de seres conocidos y vulgares? ¿Acaso no es aterrador pensar que debemos continuar, pero con piedras en el vientre y grava en la boca? ¿Descubrir cenizas, nada más que cenizas donde en tiempos hubo soles abrasadores, maravillas, glorias, maravillas y maravillas, y todo aquello creado espontáneamente como por arte de magia?
Si hay algo que merezca el calificativo de milagroso, ¿no es el amor? ¿Qué otro poder, qué otra fuerza misteriosa existe que pueda infundir a la vida esplendor tan innegable?..."
"...¿Qués es sino una descripción del estado del alma sin amor? Yo había entrado en algo lindante con ese estado y equipado con todos los instrumentos de tormento.
Los acontecimientos se acumulaban por sí solos, pero de modo alarmante. Había algo de demencia en el ímpetu con que me deslizaba hacia abajo y hacia atrás. Lo que había tardado siglos en construirse se quedaba demolido en un abrir y cerrar de ojos. Todo se derrumbaba al tocarlo..."
"...¿Cómo vamos a hablar (o incluso concebir) la pérdida del amor? Aunque logremos por un tiempo cerrar la puerta, el amor se abrirá paso. Aunque nos volvamos tan fríos y duros como minerales, no podremos permanecer para siempre indiferentes e inertes. Nada muere en verdad. La muerte es fingida. La muerte es el simple cierre de una puerta..."



POESÍA



José Antônio Cavalcanti

Los poemas perdieron sus palabras.
Han caído, como dientes cariados,
en agujeros negros,
sórdidas rutinas,
fallas tectónicas.

Las palabras murieron ahogadas
en dosis letales de sonoridad,
se han convertido en fantasmas en el aire,
aves volatizadas,
despedazadas sílabas muertas.

El poeta es mímico y malabarista de lenguas
que ya nadie puede escuchar.

El arte se volvió en álgebra invisible
en estos días de solombra.
No hay más invención ni proyecto;
sonríe la estética de la midia
sob el cielo de acetato.

El tiempo fue expurgado
de cualquier temporalidad,
y alguien ha hurtado lo real
y sus márgenes de sueños:
nadamos en charcos de lama y plástico
en la ciudad sin metáforas.

Quizá ahora, que no hay más poemas,
podamos escribir un poema imposible.

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