Wednesday, April 02, 2008

Mario Benedetti, poeta




SIN TIERRA SIN CIELO


Jesús y yo salvadas las distancias
somos dos habitantes del exilio
y lo somos por cautos por ilusos

algo se nos quebró en mitad del verbo
y así sobrellevamos esta pena
restaurando vitrales y nostalgias

no tenemos altares ni perdones
Jesús y yo de pueblo memoriosos
a veces compartimos el exilio

compartimos los panes y desiertos
y las complicidades y los judas
y el camello y el ojo y la aguja
y los santotomases y la espada
y hasta los mercaderes y la furia

no es eco ni abstracción
es una historia apenas

él veterano yo inexperto
llegamos emigrantes al futuro
descalzos y sin norte y sorprendidos

yo/ oscuro y fracturado / sin mi tierra
él/ pobre desde siempre / sin su cielo


Ausencia de Dios


Digamos que te alejas definitivamente
hacia el pozo de olvido que prefieres,
pero la mejor parte de tu espacio,
en realidad la única constante de tu espacio,
quedará para siempre en mí, doliente,
persuadida, frustrada, silenciosa,
quedará en mí tu corazón inerte y sustancial,
tu corazón de una promesa única
en mí que estoy enteramente solo sobreviviéndote.

Después de ese dolor redondo y eficaz,
pacientemente agrio, de invencible ternura,
ya no importa que use tu insoportable ausencia
ni que me atreva a preguntar si cabes
como siempre en una palabra.

Lo cierto es que ahora ya no estás en mi noche
desgarradoramente idéntica a las otras
que repetí buscándote, rodeándote.
Hay solamente un eco irremediable
de mi voz como niño, esa que no sabía.

Ahora qué miedo inútil, qué vergüenza
no tener oración para morder,
no tener fe para clavar las uñas,
no tener nada más que la noche,
saber que Dios se muere, se resbala,
que Dios retrocede con los brazos cerrados,
con los labios cerrados, con la niebla,
como un campanario atrozmente en ruinas
que desandará siglos de ceniza.

Es tarde. Sin embargo yo daría
todos los juramentos y las lluvias,
las paredes con insultos y mimos,
las ventanas de invierno, el mar a veces,
por no tener corazón en mí,
tu corazón inevitable y doloroso
en mí que estoy enteramente solo
sobreviviéndote.


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